LA CARRETERA DE LOS YUNGAS (CARRETERA DE LA MUERTE)


J.J.D.R.
La carretera de Los Yungas, popularmente conocida como la “carretera de la muerte”, serpentea y asciende las crestas rocosas del altiplano Boliviano en un intenso y arriesgado equilibrio entre locura y necesidad. Mientras su estrechez desgarradora sortea metro a metro los peligros de una vía compuesta de arena y grava, el vacío adherido a su costado, muestra al viajero el ascenso lento y doloroso hacia la Paz, a la vez que observan el camino recto y rápido que les puede llevar a una muerte segura a través de las ventanillas de sus vehículos.

CARRETERA DE LOS YUNGAS

La carretera comunica la amazonia con el altiplano americano. La ruta Nacional 3 transita durante 65 kilómetros desde la localidad de Coroico hasta la capital Boliviana de La Paz, sorteando desniveles que van desde los 3600 metros a los 4300 en la capital más alta del mundo.
La carretera fue construida en la década de los años treinta. Los obreros que desempeñaron tan ardua tarea, fueron prisioneros Paraguayos apresados durante la guerra del chaco. Para muchos lugareños, la siniestralidad de la ruta, se debe a la mediación de los espíritus de los condenados en la construcción de la vía así como a malignos entes que distraen a los conductores y hacen que se precipiten por los impresionantes desfiladeros y barrancos.


Lo cierto es que la ruta que une La paz con la región de Los Yungas, tiene la triste fama de ser la carretera con más víctimas mortales del mundo. De hecho, el Banco Interamericano de Desarrollo, le otorgó en 1995 el título de camino más peligroso del mundo.
La constante niebla se une a las incipientes lluvias provocando una nefasta visibilidad del recorrido. Son constantes los derrumbes de piedras y hay innumerables grietas en la calzada. Para mayores dificultades, el agua baja por las laderas de la montaña en auténticas cascadas naturales. La anchura de la vía de doble sentido es de apenas tres metros en algunas zonas, siendo casi imposible el cruce de los vehículos. Los barrancos y desfiladeros por los que asciende la carretera llegan a tener en algunos tramos 800 metros de altura.


Es necesario cumplir ciertas reglas para ascender por la carretera de Los Yungas. Conducir por la izquierda y ceder el paso a los vehículos que están subiendo son dos de las normas que hay que respetar. Pero en muchas ocasiones, los vehículos que se dan el encuentro en determinados lugares de la ruta, deben maniobrar hasta límites incomprensibles, posicionando sus vehículos al borde de enormes precipicios, a riesgo de caer al abismo.


Otro gran problema es la falta de oxígeno debido a la altura. Los motores de los vehículos necesitan del oxígeno al igual que nosotros para quemar el combustible. Al escasear el oxígeno los motores se vuelven lentos y pesados y su ascenso se torna un auténtico calvario. En ciertos tramos, vehículos cargados con mercancías pesadas se bambolean de un lado a otro del estrecho camino apenas con fuerza para continuar el viaje de subida.


La carretera adolece de guarda raíles y el abismo constante termina siendo un molesto compañero de viaje.
Durante el trayecto infinidad de cruces hechas de piedra o madera salpican los estrechos márgenes del recorrido como iconos de advertencia y continuo recordatorio de un más que posible trágico final.


El servicio Nacional de Caminos de Bolivia hizo una estimación de 885 muertes al año y 6000 heridos en la carretera de Los Yungas. Los datos aportados, reflejan que desde 1999 a 2003, la cifra de atestados llega a los 98.728 accidentes.


El 24 de julio de 1983 ocurrió el accidente mortal más trágico en la historia vial de Bolivia. Un autobús con 100 pasajeros se precipitó por un barranco, falleciendo la totalidad del pasaje.
Sin tener que retroceder mucho en el tiempo, el 22 de julio de 2010, un camión Nissan Cóndor modelo 1991 que transportaba mercadería y pasajeros, se precipitó por un barranco cobrándose la vida de 22 personas. El accidente ocurrió en un enclave conocido como puente del diablo. Justo en ésta zona, los conductores que habitualmente lo transitan, suelen persignarse al llegar a un lugar que consideran plagado de malos espíritus. Incluso los hay que se niegan a circular de noche por el puente del diablo.


Otro accidente, aún más reciente, se cobró la vida de 16 personas y dejó un balance de 20 heridos el pasado 11 de agosto de 2010, cuando un autobús de la línea Yungueña, colisionó frontalmente contra un peñasco a 45 kilómetros de la ciudad de La Paz. La causa del accidente fue la rotura de los frenos.
La trágica fama de la carretera de Los Yungas sigue viva.


Hoy día una carretera con mayor seguridad y mejores condiciones cubre el mismo trayecto, pero aún son muchos los que siguen utilizando la carretera de la muerte como asiduo camino debido al bajo coste del viaje que realizan incluso subidos en los techos de los camiones o autobuses. La necesidad y pobreza de los campesinos de la zona les lleva inevitablemente a correr tan alto riesgo. Incluso los hay que descienden por los barrancos, arriesgando en cada paso la vida en busca de las piezas de los vehículos siniestrados para venderlas como chatarra.


Actualmente la carretera de Los Yungas, afortunadamente es mucho menos transitada por vehículos. Ahora son las bicicletas de montaña y el riesgo de bajar en ellas las pendientes de la rut, lo que la ha convertido el lugar en punto de peregrinación de turistas y amantes del riego. Gracias a ell, cientos de agencias de turismo y deportes de aventura de la zona ofertan tours en el que el riesgo de acabar en el fondo de un barranco está asegurado.


Una trágica carretera y un triste balance de vidas perdidas se esconden detrás de cada curva de la carretera de la muerte, mientras que la oscura leyenda de los espíritus del barranco continua arracimando cada día más adeptos entre los lugareños de la región.

CENTINELA DEL SENDERO
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Comentarios

  1. Hola Jorge, ya solo de ver las imágenes se ponen los pelos de punta, madre mía que miedo pasar por esa carretera pensando en que venga uno de frente y no haya sitio para pasar, yo la verdad que por mucho que me pagasen no pisaba esa carretera, hace muchos años al principio de tener el coche nos fuimos los amigos a ver un monte muy famoso que hay aquí, subir lo hice muy bien ya que iba al lado de la montaña, pero bajar era como las imágenes que has puesto y no lloraba por si no veía bien, pero que miedo que pase, no se me olvidara nunca y al ver tu entrada me ha venido enseguida los recuerdos:)
    Gracias amigo por todo lo que nos enseñas y también una alegría verte de nuevo por aquí:)

    Besos.

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  2. Uy la verdad da miedo lo que hace la necesidad de ir de un lado a otro. Te mando un beso y te me cuidas

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