3er.dia debate

Aunque sus hechos le definen también una buena entrevista nos hace idea de su personalidad y de la fuerza que posee este señor, porque aunque él ha fallecido su legado y su Fundación sigue haciendo el bien como él.




 De las numerosas entrevistas que hay sobre su persona he elegido esta de La Contra de la Vanguardia del 26 de mayo 2002 porque es breve, completa e intensa, resume muy bien su vida y obra, y porque refleja el alma de este gran hombre.


Vicente Ferrer. Tengo 82 años. Soy catalán y vivo en Anantapur. Llegué a India hace 50 años como misionero jesuita, pero abandoné la orden. En 1969 me casé con Anne. Tenemos tres hijos: Tara, Yamuna y Moncho. Mi política es la acción: para hacer frente a los problemas hay que actuar sobre las causas. La Fundación Vicente Ferrer gestiona a través del Rural Development Trust un programa de desarrollo integral con la casta e los intocables.
Lo tengo todo resuelto.
¿Todo, todo?
Sí; no tengo ninguna duda, lo tengo todo clarísimo.
¿Y eso desde cuándo?
Mi camino siempre ha sido el de la acción, pero la reflexión ha corrido paralela a la vida, inconsciente, sin hacer ruido… y me he dado cuenta de que siempre he buscado lo mismo,
siempre he sido el mismo.
¿Y quién es usted?
Yo era un niño bueno, tenía compasión, ayudaba a la gente, recogía dinero para un hospital… No sabía por qué lo hacía, pero es exactamente lo que trato de hacer ahora después de haberlo aprendido todo.
Entonces, ¿tiene respuestas?
Cuando era niño leí un libro que narraba la historia de una tribu de la edad de piedra que había perdido el fuego y durante generaciones estuvo buscándolo. Muchos años después, en India, una noche que estaba conduciendo camino de Bangalore me quedé absorto durante kilómetros mirando la luz roja del coche que iba delante de mí. Esa luz roja se mezcló en mi mente con el protagonista de aquel relato de infancia: el fuego, e inmediatamente me hice una pregunta: “Y tú, ¿qué has estado buscando durante toda tu vida?”.
¿Encontró la respuesta?
Fue inmediata: “Has estado buscando el significado del hombre”. Comprendí que mi búsqueda no había sido el misterio de la vida, sino el hombre. Y creo que esa búsqueda de quiénes somos es la que nos une a todos, porque la humanidad la constituyen todos los hombres juntos, no sus creencias.
¿La humanidad está unida?
Ya sé que no lo parece, pero los hombres tenemos como una antena que nos conecta y nos comunica entre nosotros. Dentro de cada uno de nosotros hay un poderoso radar que siempre va buscando y cuando encuentra a otro hombre hace que nos aproximemos a él. Aunque levantemos barreras, los otros nos importan, y nos importan porque cada uno de nosotros somos una minúscula parte de la misma cosa: la humanidad.
¿Por eso se nos humedecen los ojos ante el dolor ajeno?
La compasión es un impulso espontáneo común a todos los seres humanos, es el alma humana en estado puro, tal y como es antes de ligarla a cualquier razonamiento, es el punto último que une a todos los seres.
Es un hermoso secreto
Lo sé, pero no es una idea, una filosofía o una religión; es un hecho existencial, una conclusión a la que no le quepa duda: la fuerza compasiva nos lleva a unirnos a los demás y hace que, de alguna manera, el sufrimiento y las alegrías de los otros sean también los nuestros. Aunque no seamos capaces de ponerle remedio, los habitantes de los países ricos sienten y sufren por los pobres.
La pobreza del mundo nos arranca la ilusión a todos.
Así es, la tragedia de la pobreza, a la que vemos como una masa humana de rostro desfigurado, no amenaza solamente a los pobres, sino que también destruye espiritualmente a la humanidad. Destruye la fe y la esperanza, destruye nuestra propia alma.
¿Por eso siempre ha sido usted un hombre de acción?
Sí. Verá, en mi vida he experimentado dos rebeliones, dos elecciones esenciales. La primera ocurrió en Kodaikanal, en 1957. Acababa de terminar mi preparación dentro de la Compañía de Jesús. Vivía en una casa de oración dedicado desde un año antes a la vida espiritual y durante ese tiempo se fue produciendo en mí un cambio que me llevó a ver con claridad, no a Dios, sino a los hombres luchando en las tierras movedizas del sufrimiento.
¿Nació en usted una conciencia diferente?
Sí, hasta entonces yo quería dedicarme a la meditación y de repente la vida interior me producía una especie de angustia y un grito salió de mi interior: “No quiero leer más libros, ni rodearme de teorías y misticismos. Lo que he de hacer es pasar a la acción”. Desde entonces la acción ha dominado toda mi vida.


Vicente Ferrer ha estado más de 50 años trabajando en India con los intocables, los pobres de los pobres, de los que dice la tradición que si los tocas debes lavarte después. Para cuatro millones de ellos construyó Ferrer 4.000 pozos, 596 embalses, 1.550 escuelas, 5 hospitales, miles de bancos para la mujer, 13 centros para discapacitados y ha plantado 11 millones de árboles en una zona que era desértica.



Comentarios

  1. Es un gran hombre Vicente Ferrer, y tiene razón en algo, de poco sirve no pasar a la acción, y si leer sobre ella.

    Un besazo.

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  2. sí yo tb. estoy de acuerdo Tamara.
    siempre hay gente buena, yo lo tengo clarísimo.
    un beso.Amelia.

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