Tamara, la domadora de dragones. La liebre Juana.

Tamara, la domadora de dragones:

LA LIEBRE JUANA.

El día estaba bastante revuelto en ese tramo que va desde principios de Otoño hacia el furioso siempre desenlace en el que desemboca el Invierno.

Bueno, no por esa zona, la verdad. Allí el Invierno era meramente simbólico, llegaba pero prácticamente, solo de nombre ya que casi nunca hacía FRÍO.

Este día sí era FRÍO, es más, era MUY FRÍO.

Aunque eso no tiene nada que ver con esta historia, solo es un poco de rollo que os mete el escritor para pasar el rato, la verdad. Nadie le paga para ser sincero, pero él, LO ES.

O NO, tal vez el escritor tuviese frío en esos momentos pero suponemos que no porque él no sabe lo que es el frío, el calor, la pena, la alegría, la paz, la guerra, la valentía, ni el miedo.

Lo que sí es, es temerario, tan temerario que se va a pasar todo este relato dando vueltas y vueltas para, al final no decir nada, así que, si fueses sensato, realmente sensato, dejarías de leer YA.







 Resultado de imagen de fin








Tal vez no sea sensato, y eso te honra. La sensatez es muy aburrida y no lleva a ninguna parte divertida.

Tampoco te quiero decir con esto que este relato vaya a ser divertido, ni tan siquiera me atrevería a decir que pueda ser aburrido. Ni sensato, ni tan siquiera, que sea un relato.

Pero es lo que hay.

En un frío día como este, aunque no haga frío, ni sea de día, ya que son las 00:00 y algún segundo por ahí suelto, tampoco se puede hacer mucho más.

Dadme la razón y ya está, el escritor y yo estamos compinchados y lo que es de uno, es del otro, si yo fallo, él asume mis errores, si él falla, también los asume él. Es la democracia pura y dura la que me impulsa siempre en mis actos.

Me está chivando el escritor que todavía no tiene pensado lo que va a relatar, si al menos le dieseis alguna idea productiva…

Pero va a ser que no, no os veo por la labor.
Todo puede ser que este año no podamos dar la brasa.





 Resultado de imagen de dar la brasa









Tamara se sentía un poco frustrada, hacía tiempo que no sabía de Anteapos y bueno, a pesar de que se 
lo pasaba bien con sus alumnos, no era lo mismo: A ellos no les podía trolear, martirizar, pinchar, sacarles la lengua ni nada similar.

A Anteapos sí, él era muy paciente, no por nada especial. Simplemente era un dragón bonachón, 
también un poco cándido y bastante inocentón, como todos los dragones.

O NO.

Que da igual, Anteapos era lo que era y ya está, dejad de darle vueltas a eso y pasemos a lo verdaderamente importante.

Si lo hay.

Como iba escribiendo antes de que me interrumpierais vilmente, Tamara estaba en fase de reflexión. 

La típica frase de reflexión que siempre hay cuando se acaba el Verano y empieza el Otoño y no es porque lo diga yo en manos del escritor, es que es así.

La profesora dejó de reflexionar sobre eso al darse cuenta que Bartolo, el albino niño de metro ochenta casi de estatura, a sus 11 años, estaba siendo acorralado prácticamente por Rufián, el 
pequeño revoltoso niño que se sentía niña a veces (curiosamente, siempre que quería entrar en el baño de ellas… Ay, este Rufián…).

Rufián era un chico muy inquieto, no atendía nunca en clase y siempre estaba pensando en hacer travesuras a los demás. A sus 10 años, ya tenía bigote y todo. Tipo Pablo Motos, cabello oscuro, bigote pelirrojo. Era un chaval digno de estudio, tanto fisiológico, como sicológico, no por nada en especial, ya que todo en él, era especial.




 Resultado de imagen de bigote pelirrojo niño







Y hasta ahí puedo leer porque no se me ocurre nada más. No soy capaz de improvisar nada, ni siquiera trolear un poco pero bueno, ¿no dicen que la intención es lo que importa? Yo he tenido la intención pero tras varios años de historias de dragones siento que cada vez he ido a menos y para fastidiarlo todavía más, prefiero que sepas que lo intenté, señorita profe Tamara. Tú sabes que a mí me gusta escribirte alguna historia por tu cumpleaños y todo eso. Que me encantaría seguir la historia que comencé hace varios años atrás pero es que ya no sé cómo estirarla más porque cada vez que llega tu cumpleaños, te hago una historia diferente, basada en los mismos protagonistas, con diferente desenlace y todas finalizadas. Ahora, confieso que ni sé cómo empezarla. Si, al menos supiera cómo, estoy seguro que sabría desarrollarla de alguna forma y terminarla (seguramente que diferente a como iba pensando porque mi cabeza divaga tanto que se va de Málaga a Malagón pero es que ahora ni eso puedo).

Y nada, a lo tonto a lo tonto, escribí un buen tocho, para nada, pero buen tocho.
Solo me queda decirte lo que no puede faltar en este día 25 de Septiembre cada año:

¡FELIZ CUMPLEAÑOS TAMARA!

Y todo lo que eso conlleva.

Ya está, me rindo un poco ante mi inutilidad.
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