Eran tiempos oscuros. Tiempos mágicos, donde el más mínimo descuido podía significar, no la muerte, eso casi sería lo mejor de todo, si no, vivir sin la música, sin que el corazón se moviese al ritmo de los instrumentos musicales o del canto, aunque fuese de los pájaros del bosque. Sí, en Mandrágoris, el peor castigo que le pudiera suceder a alguien era que lo juzgasen y lo dejaran sordo de por vida. Eso le iba a suceder esa noche a Damamisteriosa. Damamisteriosa cometió un gran crimen, para lo estipulado en esa ciudad musical. Se atrevió a cantar delante del Alcalde, mister Rebelde, gran cantante y curandero musical. Mister Rebelde no es que fuese cruel, ni siquiera envidioso pero sintió algo especial al escuchar cantar a Damamisteriosa y solo pudo hacer una cosa, condenarla a la sordera infinita. Esa noche sería la última vez que Damamisteriosa escuchase ruido alguno. Vagaría por el mundo sin el poder del oído y de disfrutar de la música, el canto de los pájaros, e