Eclipse de sol
Había una vez una gatita, muy linda, muy linda, a la que jamás la importaba su aspecto, solo, estaba enamorada de la luna. Los gatos la miraban al pasar a su lado, la sonreían, piropeaban, pero ella no creía en esos cuentos que decían que existían príncipes valientes, caballeros románticos, hombres de armadura y espadas, que volaban raudos sobre un corcel blanco. Ella no creía en esas cosas, pero si creía que la luna, siempre atenta sobre el cielo, jamás la abandonaría. Había también un gato, con un pelaje tan bonito, que todas las gatas al pasar a su lado, le miraban con admiración, suspiraban por sus maullidos e incluso se hacían las damas desvalidas a su alrededor, pero el gato no las miraba, nunca lo hacía, como si estuviera ciego, pues solo miraba a la luna. Tanto la miraba, que las demás gatas del lugar, empezaron a pensar que el joven gato era ciego de verdad y sordo también, ya que jamás oía que con cariño le ronroneaban. La luna por su parte estaba inmensamente f