Acompáñame

"El pensamiento a veces se agolpa en mi cabeza y forma un hilo incomprensible de ansiedad, va dando vueltas alrededor y estés dormido, despierto, sentado o tumbado no te deja en paz. Si es un problema y no tiene solución, da igual, aún así lo piensas, porque es lo que debes hacer, porque tal vez encuentres alguna aunque nadie te la haya dado antes. Lo mismo pasa con las letras, escribes, disientes, borras, vuelves a escribir, repites la operación, cambias palabras, buscas sinónimos y antónimos, revisas que hiatos y diptongos lleven los acentos donde correspondes, y aún así, sabiendo que el trabajo de escribir es duro, lo haces una y otra vez, porque para los escritores, escribir es como pensar y cuando una historia viene a tu cabeza, o la sueltas por medio de letras o te vuelves loco soñando con ella, pensando en ella, sintiendo con ella... Y en cierta manera todo esto es un síntoma de la locura, pero es que esa locura la tienen escritores, pensadores, artesanos...

Bueno, aparte de que se nos llame melón alguna vez en la vida o que, si tienes una buena cabeza (grande), te dirán que tienes un buen melón, hay otra case de susodicho, el tan refrescante, nutritivo y socorrido melón como fruta veraniega. En mi pueblo solían vocear en las tardes de verano desde las furgonetas "melones de Villaconejos, melones de Villaconejos", emulando al famoso grito, también de vendedores ambulantes de "judías de Malagón, judías de Malagón). Yo, pues ni caso a los vendedores de melones, claro está, a mí no me gusta esa fruta, puedo pasar sin ella perfectamente pero reconozco que tiene un alto contenido acuoso, refrescante, se almacena bien durante un tiempo (bajo las camas solían ponerlos, en la oscuridad y también en las "cámaras", trasteros que había encima de las casas bajo el tejado antes de que viniese la moda de hacer pisos para alquilárselos a los estudiantes, colgados para que no tuviesen contacto con el suelo). Bajo las ca