Morí el día en que entendí, que me estaba equivocando
Bebía su sangre lentamente mintras intentaba encontrar el motivo para parar aquella pesadilla que había comenzado desde hace dos años. Se había enamorado de una joven en el instituto, y ella le había correspondido al instante, pero es que ella no le conocía realmente, no conocía nada sobre él, solo que la amaba. Pero en las noches de luna llena, él se convertía en un monstruo capaz de hacerla daño, de hacerla sufrir y que sintiera dolor, y eso estaba haciendo en ese momento, bebiendo de ella una sangre que sabría tardaría de reponer en su cuerpo, litros y litros que la abandonaban haciendo que quedara extremadamente delgada, indefensa, enferma. Se consoló diciendose que eran los instintos de vampiro los que le hacían provocar semejante tortura a la mujer que amaba, cuando ella estaba indefensa, llevaba así meses, sin poder defenderse ante él. Algunas veces, en el pasado, se había negado a ser mordida por su hombre, y él, aceptando su decisión, había salido colérico de