¡¡¡¡¡¡¡¡Felicidades Nuria!!!!!!!!! La sirenita.
Damaris quiso que hiciésemos algo para el cumpleaños de su hija y bueno, hicimos lo que pudimos. La sirenita Nuria estaba pintándose las uñas en la roca situada cerca de la orilla de la playa. Allí tomaba el sol siempre, ajena a todo y a todos. Por las noches salía del mar y caminaba como cualquiera, paseaba por la playa desierta, aunque a veces, se paraba a ver a los pescadores nocturnos. Ella era una sirenita fina, no le gustaba el pescado crudo y como era rica, tenía toda la riqueza del mar, siempre cenaba en restaurantes. Las sirenas solo tenían que comer una vez al día y siempre de noche, eso era su ley. Siempre les dijeron que si comían de día sería malo para ellas, se convertirían en personas. Ellas no odiaban a las personas pero tampoco las querían. Nuria un día, al pasar por una calle, escuchó una música que le gustó, era parecida a la que hacían los barcos al pasarle rozando en alta mar o los delfines cuando la piropeaban. Empezó a bailar y gastó