¡¡¡¡¡¡¡¡Felicidades Nuria!!!!!!!!! La sirenita.

Damaris quiso que hiciésemos algo para el cumpleaños de su hija y bueno, hicimos lo que pudimos.


La sirenita Nuria estaba pintándose las uñas en la roca situada cerca de la orilla de la playa.


Allí tomaba el sol siempre, ajena a todo y a todos.


Por las noches salía del mar y caminaba como cualquiera, paseaba por la playa desierta, aunque a veces, se paraba a ver a los pescadores nocturnos.


Ella era una sirenita fina, no le gustaba el pescado crudo y como era rica, tenía toda la riqueza del mar, siempre cenaba en restaurantes.


Las sirenas solo tenían que comer una vez al día y siempre de noche, eso era su ley.


Siempre les dijeron que si comían de día sería malo para ellas, se convertirían en personas.
Ellas no odiaban a las personas pero tampoco las querían.


Nuria un día, al pasar por una calle, escuchó una música que le gustó, era parecida a la que hacían los barcos al pasarle rozando en alta mar o los delfines cuando la piropeaban.

Empezó a bailar y gastó sus energías haciéndolo, intentó llegar al mar pero se quedó en la playa, allí se desmayó, ya muy débil.


Notó que la movía algo y pensó que eran las olas del mar pero pronto se dió cuenta que ni era el mar, ni el sonido de él.


Era una especie de ron ron ron ron y notaba algo rasposo en su cara.


Abrió los ojos y vio unos grandes ojos azul turquesa que la miraban embelesados y unos grandes bigotes, nariz bastante chata y naricita pequeña y plana, orejas puntiagudas y gran rabo peludo.


-¿Qué criatura eres?-preguntó la sirenita Nuria al ser.


-Ron ron ron, soy un gato. Evidentemente.-dijo el peludo.


-Eres muy raro.


-Anda que tú, hace un rato, antes del amanecer tenías cola como los peces y ahora tienes piernas.


La Sirenita se dio cuenta que era de día.
La maldición había caído sobre ella, sería humana ahora.


Empezó a llorar, lágrimas de sirenita y le cayeron algunas al gato.


Este empezó a cambiar, se estaba transformando en un humano, alto, moreno, guapo, aunque Nuria no entendía de bellezas humanas.


-Gracias. Me has devuelto mi verdadera apariencia-dijo el ahora humano-No sé cómo agradecértelo.


La sirena se metió en el agua, creyendo que recuperaría su cola pero no, las piernas seguían ahí.


-Soy humana-dijo desesperada.


-Sí, muy humana.


-Estoy perdida, mi lugar es el mar.


-Lo siento, no respetaste la tradición. A mí me pasó algo parecido y menos mal que lloraste y se me quitó.


-Moriré de pena. No quiero esta vida. Quiero ser sirena-dijo ella.


-Puede haber una solución. Entiendo bastante de tradiciones.


-¿Sí? ¿Me ayudarías?-dijo esperanzada.


-Claro, te lo debo. Iremos a un país del interior donde dicen que vive una tortuga que tiene la capacidad de hacer reversibles las maldiciones. Podemos probar contigo. Conmigo no, yo me quedo así.


-Vamos-dijo la sirena.-Por cierto, me llamo Nuria.


-Yo tenía un nombre antes de esto, déjame recordarlo.....Me llamo Mario Casas.


Y bueno, la historia sigue pero es solo para ellos, tal vez la sirena decidiera no volver a serlo o tal vez sí.


Quién sabe, solo lo sabe la sirena.


Por cierto... Que no se nos olvida tu postal.