Acompáñame

Me preguntaba si existiría la persona que con mirarte te hace feliz, ese tipo de hombre o mujer de los que dicen que ya no quedan pero que de repente te sorprendes encontrando, extrapolar lo que digo también a la mujer. El tipo de hombre que empieza siendo tu amigo, con el que pasas horas y horas hablando, al que le cuentas tus males de amor, las decepciones con tus amigos y hasta lo mal que te va en el trabajo... y un día te despiertas y piensas que ha estado en todos los momentos de tu vida, que no recuerdas un solo instante de tristeza en el que no estuviera él para ayudarte a soportarlo mejor. También en todos los momentos de alegría que necesitabas contarselo a el primero, e intentas recordar cuando tus buenos días comenzaron a pertenecerle a él y cuando tus buenas noches dejaban de ser tan buenas sino te despedías. Y en ese instante recordando momentos te das cuenta de que sin querer lo has colocado el numero uno de tus prioridades, porque es tu amigo ¿o no? Y entonces...

Bueno, más o menos tenemos en mente, con respecto a vino y viñedos, su planta productora, la vid. Pero antes solía haber en muchos patios de las casas algo bastante más grande que las vides típicas y preparadas para la recolecta industrial. Me refiero a la parra, esa delicia de planta que siempre estaba llena de avispas y que, cuando se emborrachaban bebiendo de las uvas, más vale que no estuvieras cerca de ellas. Daba gusto salir al patio en verano y coger un racimo de uvas, a mí me gustaban más las rojas que las verdes pero eso ya va a gusto del consumidor. Como emulando a Nerón o cualquier emperador romano, te tendías en una tumbona y ale, a comer uvitas y escupir huesos (aunque eso ya es cuestión de cada uno). Ya os dije que la parra es una vid enorme y bueno, se ponía en los patios, aparte de por sus uvas cuando las tenía, por la sombra que daba pero... Cuidado con las avispas que atraen y las hormigas y otros bichos, es todo un ecosistema la parra. Se trata