Para la elfa soñadora. M&G

Interrumpimos la publicación de las entrevistas de Dany, para dejar un regalito a una compañera de blog y una amiga para nosotros, esperamos que os guste...

El final de una historia puede tener diferentes resultados pero el que hoy os contamos aquí, en Acompáñame, solo podía tener uno. La diableja que se identifique con esto, lo sabe...

Pero también sabe que algunos lo sabemos y la vamos a sorprender con este cuento.

UNA ELFA SOÑADORA

La muchacha elfa contemplaba el mar. Ese mar rosado. Siempre le había gustado su sonido, su olor, su inmensidad. Le encantaba caminar por esa arena que tanto amaba, arena azul y curiosamente, no quemaba los pies por mucho calor que eso 3 grandes soles despidiesen.

Era una joven elfa y a pesar de que estos bellos seres son muy centrados y realistas, también era muy soñadora. Ella siempre soñaba con otros mundos, otras tierras. La suya le gustaba mucho pero, ¿por qué no le iban a gustar otras?

Todos los suyos siempre estuvieron aferrados a su territorio, aislados del resto del mundo, un mundo que casi siempre les había hecho daño y por eso, los elfos se retiraron a un exilio voluntario, para no tener que optar por enfrentamientos con el resto de la ahora llamada humanidad.

Gema, que así se llamaba la joven elfa, tenía un poder y era el de la simpatía. Ese poder hacía siglos que había sido olvidado por su gente pero en ella seguía muy arraigado y fuerte.

Miguel contemplaba melancólico el mar, algo le faltaba y no sabía el qué.

El era un humano y raro en la humanidad, era de los pocos soñadores que existían ya, en un mundo plagado de prejuicios, de prisas y de falsa moral.

Él soñaba muchas veces con el mar pero no con el suyo, soñaba con un mar rosado y arena azul y cuando pasaba eso, se sentía mejor.

Miguel no sabía por qué soñaba eso y, conscientemente, estaba seguro de que no podía existir.

Gema encontró una caracola, una linda caracola color verde y la cogió.

Le cantó una bella canción.

Mi corazón solo tiene amor

pero no encuentro nada que lo calme

en mi pecho late la esperanza

allá donde estés te llegará este clamor

mi corazón tiene hambre

hambre y tú eres el que me lo aplaca.

Dicho esto, la caracola desapareció de sus manos.

Miguel tropezó con algo durante su paseo por la orilla del mar. Se agachó y vio una bonita caracola verde.

-Qué raro, nunca vi nada parecido-dijo.

Se la puso al oído y se asombró de lo que escuchó.

Mi corazón solo tiene amor

pero no encuentro nada que lo calme

en mi pecho late la esperanza

allá donde estés te llegará este clamor

mi corazón tiene hambre

hambre y tú eres el que me lo aplaca.

Era la voz más linda que jamás escuchó y la canción era muy bonita, le llegó al corazón como agua al sediento, a un sediento que llevase años sin beber agua.

Miguel se puso otra vez la caracola al oído y cantó a la vez que sonaba la bella voz.

Tengo miedo de pensar

tengo miedo de vivir

tengo celos de mis oídos

Miedo de que dejen de escuchar

de que me cierren el sentir

miedo a que me lleven al olvido.

Dicho esto, la caracola desapareció y Miguel empezó a pensar que estaba volviéndose loco, él jamás había cantado. Tampoco había visto nunca una caracola que cantase y encima, verde.....

La chica elfa iba a irse ya de la playa cuando algo chapoteó en la orilla del mar. Era un delfín, un precioso delfín.

El bonito animal sonrió, como sonríen los delfines y para asombro de Gema, empezó a cantar.

Tengo miedo de pensar

tengo miedo de vivir

tengo celos de mis oídos

miedo de que dejen de escuchar

de que me cierren el sentir

miedo a que me lleven al olvido.

Gema nunca había escuchado una voz humana pero supo que provenía de ellos, no sabía cómo pero lo supo.

Iba a empezar a cantar pero el delfín pegó un salto.

-¿No crees que será mejor que se lo cantes en persona?-dijo.

-¿Cómo hacerlo? No está aquí.

El delfín caracoleó y se acercó lo que pudo a la orilla.

-Sube si aún te quedan sueños que realizar-dijo sin más.

Gema se metió en el mar y se subió a lomos del delfín, sin miedos, con confianza. El delfín y Gema desaparecieron.

Miguel estaba sentado en una roca, al lado de la playa pensando en si se había vuelto loco cuando vio aparecer un delfín.

No tenía nada de raro ver un delfín por su tierra pero no solían llevar a alguien a cuestas.

El delfín se paró en la orilla de la playa y de él se bajó la mujer más bella que jamás vio en su vida y sintió una punzada en el corazón y luego otra, la de que ¿quién sería el afortunado de tenerla con él?

La bella elfa se paró al lado de Miguel, observándolo, nunca había visto a un humano y descubrió que eran iguales a ellos.

- Hola- dijo ella.

Miguel conoció la voz.

- Hola. Creo haberte escuchado alguna vez, en mis sueños quizás-dijo él.

Ella conoció la voz.

- Yo también te escuché pero no era en mis sueños, era real tu voz, tanto como lo es ahora.-dijo Gema.

El delfín hizo el sonido característico de los delfines y exhibió la sonrisa típica de los delfines, incluido un guiño.

Gema comprendió, ahora o nunca. Si no se decidía, el delfín la volvería a llevar a su olvidada tierra, para siempre.

Empezó a cantar.

Sueño con tener tu cara junto a la mía

noto que tu corazón se agita con mi mirada

necesito de tus besos cada mañana

viviré junto a ti día tras día.

Y bueno, comieron perdices o gambas, incluso tarta.

Desde entonces hasta ahora, su 7º aniversario de bodas. 7º aniversario que Acompáñeme los felicita con este relato y con todo el cariño que se merecen.

Felicidades Gema y Miguel, Miguel y Gema y a los tres diablillos, que disfrutan cada día de que ese amor sea tan hermoso.

Y bueno Gema, que esperamos que te haya gustado, y desde aquí, te dejamos también un regalito para que lo lleves hasta tu blog, ¿No pensarías que nos íbamos a olvidar de ti verdad? jejejeje.